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Problemas


Observo, me callo, me decepciono, sonrío y continúo.

Esta frase es el “motto” de muchísima gente, incluida yo. Muchas personas no afrontamos los problemas, dejamos que ocurran y seguimos. Siempre nos dicen que los problemas se tienen que afrontar, sino luego no puedes continuar viviendo, que son como una pelota que se va haciendo mas grande, hasta que explota. Somos de esta manera, somos personas con muchísima paciencia, para algunas cosas pero para otras no. Personas que hartas de afrontar problemas, cuando se topan con uno nuevo, dejan que pase como si nada. Acostumbrados a tener que lidiar con ellos, llegan a un punto en que dicen basta. Simplemente se quedan ahí parados, esperando a que pase la tormenta. Porque como dicen, después de la tormenta siempre viene la calma. (Aunque luego vuelva la tormenta). 

Muchos problemas no son afrontados, miles de personas consideran que para que perder el tiempo afrontandolo, lo esquivas, o lo dejas pasar y luego se termina. Pero realmente no se termina nunca. El problema si no lo solucionas no se solucionará por arte de magia. Quizá hibernará por un tiempo, pero luego volverá. 

De pequeña me decían: “Oir ver y callar” y esta frase la he aplicado en todo lo relacionado con mi vida, hasta que he dicho basta. Basta de callar, de no afrontar los problemas, de sufrir interiormente. Los problemas se tienen que afrontar, tarde o temprano, te guste o no. Si no se convierten en tu sombra, en parte de ti, hasta que no puedes más y explotas. 

Decir que vas a afrontar el problema es fácil, lo difícil es aplicarlo. No todo el mundo lidia con las cosas de la misma manera, ergo, no todos podemos actuar igual. Cada uno tiene que encontrar la forma de poder actuar, sin perder su esencia. Enfrentar un problema no es repartir “hostias a todo dios”, es argumentar, dialogar, en un tono más alto o bajo, pero sin llegar a las manos. 

Aprender a abordar un problema es un camino muy largo, no se consigue de la noche a la mañana, pide su tiempo, su dedicación. Como cuando intentas convertir una cosa en un habito de tu día a día. Dicen que para que algo e convierta en un habito, tienes que repetir ese proceso 21 días seguidos. Solo luego podrás decir que es un hábito. Con los problemas pasa igual. A medida que va afrontandolos uno a uno, luego se convertirá en una cosa que harás con los ojos cerrados. 

Aunque no lo parezca, los problemas no son negativos . Te proporcionan una lección que puedes seguir aplicando día a día. Un problema es una oportunidad, una oportunidad de mejorar, de madurar, de crecer como persona. Un problema es positividad. Es optimismo.

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